Pitillas Navarra/Nafarroa

Historia

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Heráldica municipal de Pitillas HERÁLDICA MUNICIPAL

Tiene 2 partes:

  1. de gules y la figura de San Pedro sentado, sosteniendo las llaves en su mano izquierda, todo de oro.
  2. de azur y el libro de los evangelios abierto y sobre él dos manos en actitud de prestar juramento, en su color natural. En una donación de Felipe de Evreux en 1329, el blasón es el mismo que el descrito y en orla la leyenda: «sigillum: concil II: de: pitiellas».

En su término se encontró un fragmento de miliario romano. También fechados en época romana existen restos en el cerro llamado de Juan García, al noreste del pueblo.
Se desarrolló probablemente desde finales del siglo XI como un núcleo repoblado desde Ujué, bajo cuya dependencia institucional estuvo, aunque ya en el siglo XIV formaba un concejo con entidad propia. Había sido, al parecer, villa de señorío de Pedro Sánchez de Monteagudo, cuyos hijos Juan y Milia Sánchez la pusieron como fianza de un compromiso con la reina Juana I (1281).

Los vecinos consiguieron que el gobernador Juan de Conflans les confiara (1349) la custodia de caza y agua de la laguna de Sabasan y los derechos de abrevaje por un censo anual de dos cahíces de trigo y otros dos de cebada. Los reyes Blanca y Juan II pusieron las rentas del lugar como prenda de la dote de Felipe de Navarra (1430), y Catalina y Juan III lo volvieron a empeñar al mariscal Pedro de Navarra, pero revirtió al patrimonio regio mediante rescate, abonado por los propios vecinos (1513).

En 1802 la gobernaba un alcalde, designado por el virrey a propuesta de la propia villa, y los regidores que se elegían entre sus vecinos. Tras las reformas municipales de 1935-1845 quedó como ayuntamiento de derecho común.

En 1847 tenía dos escuelas, una de niños, frecuentada por 36 y dotada con veinticuatro robos de trigo. Servían la iglesia un párroco y dos beneficiados, cuya presentación correspondía al rey o al arcediano de la catedral de Pamplona, según el mes en que se diera la vacante; disfrutaban los de Pitillas de tres dehesas -las de Dolomondos, Aguliar y Carnecería- y de una laguna.

A comienzos del siglo XX contaba con puesto de la guardia civil, dos fábricas de chocolate y un molino aceitero.

También había un Hospital cuya existencia se remontaba al menos hasta el siglo XVIII. Mediada la centuria siguiente estaba regido por la Cofradía de San Pedro. Ante la falta de fondos, ya en el siglo XX, el Hospital fue vendido y su importe destinado a los pobres.